Nos mola a los periodistas y parece que también a la opinión pública el lenguaje bélico aplicado a cualquier temática. El inminente permiso para cazar lobos en la zona norte del Duero se presenta como 'batalla' o 'guerra' ganada o perdida según a quién afecte. Así se simple. Y no profundizamos más en el problema o situación; ¿para qué, si el fin es captar clics o audiencias?

Soy muy consciente de que habrá ganaderos desesperados por los daños de este depredador, pero me chirría que no haya otras soluciones y que el permiso de caza se expanda a un vasto territorio que a lo mejor incluye las zonas de más riesgo, pero también otras muchas donde la ganadería ovina, antaño omnipresente, hoy es muy residual o está desaparecida. Me preocupa que esta presión sobre el lobo esconda otros intereses y tampoco me cuadran las cifras que barajan unos y otros y, sobre todo, que no se indague en el papel que ha tenido la Junta de Castilla y León en la desaparición de la actividad ganadera (en la Ribera del Duero ha sido espectacular el descenso y eso que somos zona de consumo tradicional de carne de ovino). Pero a este lobo no le caza nadie.

Y así ocurre con todos y cada uno de los temas que nos afectan. Mucho bombo, poco contenido y reflexión profunda. La táctica de amedrentar permite manejar mejor opiniones y voluntades. "Y la buena noticia del día es...", comenta una presentadora en un informativo de televisión. ¡Una noticia buena! Seleccionada como excepción tras una larga retahíla de desgracias y penalidades que pusieron a cien mi nivel ansiedad. ¡No puede ser que el mundo vaya tan mal!

Pues hay más: hoy he desayunado con la información del kit de supervivencia que todo ciudadano debería tener en previsión de posible conflicto armado. ¡Que viene el lobo!