Aurelio Medel

Hecho a mano

Aurelio Medel


Periodismo y política

07/04/2024

Hay que agradecer la sinceridad de Alberto Núñez Feijóo. «La clase política es la peor de los últimos 45 años». ¿Incluye ahí al PP? Por supuesto, respondió el miércoles pasado, cuando cumplía dos años al frente de su partido.

Lo que se ha encontrado Feijóo en Madrid para llegar a ese nivel de hartazgo está al alcance de todos. Él mismo llegó al mando del partido después de una guerra fratricida radiada en la Cope. Los políticos están tan presentes en los medios de comunicación que cuesta imaginarles pensando.

Es cierto que no es un problema genuino español. En Estados Unidos están cerca de elegir presidente a Donald Trump, que es como el caballo de Troya de Vladimir Putin, capaz de volar el capitalismo y la democracia desde dentro. Pero no se olviden de Javier Milei, elegido presidente de Argentina con el voto de los más marginados, pese a advertirles que les quitaría hasta la cuchara.

Ha habido muchos más, como Silvio Berlusconi, Boris Johnson, Jair Bolsonaro. En todos los casos, la alternativa era igualmente lamentable. Por eso, el electorado, ese magma desligado, es capaz de dictaminar el suicidio colectivo, como pasó cuando los alemanes eligieron a Adolf Hitler. 

Este panorama tiene mucho que ver con la descomposición de los medios de comunicación, que han pasado de ser controladores del poder a una parte más del arsenal de los partidos políticos. Las plataformas globales de internet les han levantado los ingresos y, mientras encuentran su modelo de negocio, el objetivo es la supervivencia.

Núñez Feijóo veía este lunes cómo un periódico nacional le publicaba una entrevista de tres páginas. Un día antes, el mismo medio le daba cinco páginas a Miguel Ángel Rodríguez, el omnipresente jefe de gabinete de Isabel Díaz Ayuso. ¿Sabe usted quién es el homónimo de Fernández Mañueco o de Sánchez? Esa diferencia de despliegue es toda una muestra de poder.

El desconcierto ciudadano con la papeleta tiene mucho que ver con la militancia de los medios. Hay que tener la mente muy abierta para buscar opiniones diferentes y bañarse en ellas para después llegar a tus propias conclusiones. Esa militancia es la que permite que periodistas relevantes que mintieron a sabiendas con las presuntas trazas de ETA en el 11-M sigan en activo y sin pedir perdón. Seguramente estamos ante el peor periodismo en décadas, el mejor abono para el borreguismo.