Nunca sabremos cómo podría haber cambiado España, sus flujos de población y la economía de algunas regiones, si hubiera sido una realidad el Santander-Mediterráneo, esa vía que nunca llegó al Cantábrico. Ahora que ya no es ni una cicatriz zurcida en hierro nos quedan sus vías verdes y sus estaciones recuperadas como casa rural o como residencia. Aviva lejanos recuerdos de infancia, de vacas atropelladas destripadas junto a las vías, de clavos aplastados convertidos en cimitarras serranas, señales en forma de 'X' y ese mensaje de ojo al tren, paso sin guarda, que en mi mente leía siempre en triangular: ojo al guarda paso sin tren… también la casilla y esas puertas de hierro blancas y negras que cortaban el paso… y el bufido del tren con una locomotora verde imponente. De la adolescencia me queda el Puerta del Sol que me llevó a París antes de cumplir la mayoría de edad. Subir por la tarde en Aranda de Duero y amanecer en la gran capital de Europa donde podías descubrir el metro, llegar a la banlieu con los argelinos y sí, también, la Torre Eiffel y el curso en la Aliance Francaise y la tumba de Jim Morrison con sus alrededores.
El tren ha sido a lo largo de la historia evocación, emancipación y progreso, por eso cuando esta semana el ministro Puente, paradojas de nuestros apellidos, dinamitaba por segunda vez en días, esta vez con Alsina, la posibilidad de reabrir el Directo se me escapaba un suspiro de frustración. Sin edulcorantes, ayuno de empatía, con un muro construido sobre una previsión de millones que podría ser 1.000 o 40.000, lo importante es que sonara a mucho, dijo que no. Las formas en política son importantes en las malas noticias. Critico el desdén a la hora de negar una posibilidad de futuro y alivio de la A-1, como critico que se cobijen en las columnas insultos al ministro al tuntún (no puedo evitar colar aquí un 'botarate' para ver si en el Ministerio lo hacen a mano o tiran de inteligencia artificial para lo de su lista).
El ministerio de Fomento, ahora llamado de Transportes y Movilidad Sostenible, siempre ha sido un departamento inversor, aprovechado por los partidos para decidir por donde articulaban las posibilidades de crecimiento y los caprichos, a qué tierras premiaban y a cuáles castigaban. Vale la pena recordar como el primer tren de Alta Velocidad, fue la línea Madrid-Sevilla por decisión de una Moncloa habitada por Felipe González y cohabitada por Guerra, Alfonso. En la sempiterna negociación con el PNV de todos los gobiernos que en este país han sido y serán se han ido negociando esos tramos de la llamada 'Y' vasca, que no termina de unir Bilbao, San Sebastián y Vitoria. Lo de Extremadura merece capítulo aparte por el grado de dejadez, que enlaza con lo de la conexión con Lisboa… otra de las miserias ibéricas. Estos cambalaches, que han sido siempre así, han generado disfunciones territoriales importantes y es el reflejo de la falta de proyecto y estrategia de transporte en esta España que vuelve a fragmentar inversión y planes y en la que nadie mira el mapa completo. ¿Quién piensa en país? Pues si habitualmente casi nadie, la actual combinatoria parlamentaria lo hace todavía más difícil. Como las metáforas ferroviarias y náuticas son las más socorridas y las que denotan mayor pereza intelectual no voy a dejarme caer por ellas pero sí por las enseñanzas de la historia. En el origen del ferrocarril cada uno hacía el tramo de vía que le venía bien hasta que aquello, guerra mediante, terminó en desastre y se fundó la RENFE en el 1941… ahora todo es ADIF y mucho RENFE, que la competencia si es francesa no gusta en el Ministerio, pero seguimos pensando a pedazos… y, negándome a mí mismo, voy a utilizar la metáfora del tren para apuntar como anda el pensamiento y la acción política. Esto se ve mejor en los presupuestos, pero como este año no tenemos me subo a este tren.