Queridos Reyes Magos: ¿Este año puedo pedir algo para ustedes? Porque tengo una lista de peticiones para que cumplan en su propio beneficio, aprovechando que el Pisuerga pasa por Valladolid, ustedes por Burgos y que yo tengo deseos que quiero cumplir.

Lo primero de todo: a ver si pueden ustedes bajar un poco el ritmo, que no puede ser todo trabajar. Tantas horas de tiendas, de pensar qué querrá cada niño del mundo, de confirmar si la talla de esa chamarra abrochará o no… necesitan descansar un poco, ¿no creen? Hay una exposición fantástica de Sorolla en el claustro bajo de la Catedral, por si pueden sacar un ratito con los pajes, que al final se les está olvidando, Majestades, que la gracia del asunto es el rato compartido, no el estrés por la logística y la cosa material.

El segundo punto de mi lista de deseos para que canjeen: ¿han probado ustedes el milhojas burgalés? Es mi favorito. Ya verán que si se toman uno en Capitanía se les olvidan todos los males de estos días tan ocupados, y quizás se encuentren con María Jesús, que es una habitual aunque le regañen con todo el cariño por salir a por su café llueva, truene o nieve… ya sabrán ustedes lo ingrato que es el tiempo aquí y el daño que hace la soledad.

Finalmente, si no es demasiado, querría pedirles que pensaran que la mayoría nos entretenemos con una caja de cartón y poco importa lo que hay dentro, que vivimos tan bien que no valoramos todo lo que encontraremos al lado de nuestros zapatos recién embetunados. Prefiero que piensen en los que nunca tuvieron o a los que todo se lo ha llevado el lodo que en esta columnista que no le falta de nada.

Estoy de camino a Correos para meter estas peticiones en la boca del león, con el deseo de que no me coma la mano (un miedo que mantengo desde pequeña) y de que me hagan caso. Por si no llega, se lo escribo por aquí, por si algún niño o paje burgalés los lee y quiere incluirlos en su carta de última hora.
Deseando que tengan buen trayecto y no cojan mucho atasco, Blanca.