A estas alturas del calendario se nos juntan los deseos para este 25 recién estrenado con las ilusiones propias de esta jornada. Última llamada para la carta a los reyes magos, que hoy es un día especial que se verá coronado con nervios infantiles, carrozas sobre camión o tractor, lluvias de caramelos y las mejores intenciones... si hace falta con Baltasar tiznado con corcho quemado, pues tiznado, que en núcleos pequeños de la España interior eso de la 'racialización' es una excepción o ni siquiera es. Así que, entre planes para el año nuevo y deseos para esta noche, en estos tiempos en que la polarización ha prohibido el zapping, voy a pedir para todos ser protagonistas de un libro. No sé por dónde andarán ahora las aventuras infantiles ni las adolescentes ni siquiera las que recogen la literatura de adultos (esto suena a lo que no es). Mi carta a los reyes magos no va de que todos nos convirtamos en príncipes ni hay aventuras con dragones, si es que todavía eso tiene tirón, tampoco aparecen marcianos ni espíritus endemoniados, o sí. Se hace carne, verbo, algún intelectual con frase y referencias históricas con hallazgos certeros para una buena conversación y hasta para concurso de televisión de esos de batiburrillo de erudición. Pregunta: por un bote de 35.000 euros, ¿reacción de los vecinos de la región de Lacedemonia a los excesos de la retórica ateniense? Respuesta: ¡brevilocuencia!… y todo es alegría, alboroto y ejecución de planes aplazados sobre ese viaje a oriente. Esto, la palabra no lo del concurso, por aquí se llama 'al pan, pan y al vino, vino' y es uno de los pasajes de uno de los libros más agradables de leer de los que andan estos días por las estanterías.
Sí, quiero que todos seamos protagonistas del último ensayo de Rubén Amón, Tenemos que hablar, que nadie se asuste por esta fórmula que suele desembocar en anuncio de desencuentro, nos lo aclara el subtítulo la conversación en los tiempos de la censura, la soledad y la tecnología. Rubén es un tipo de oratoria notable con asignaturas de sobresaliente al que se pueden escuchar y hasta ver, que la expresión no verbal da para mucho mensaje, como se destaca en el capítulo del 'hablar sin hablar'. Este es el penúltimo, porque deja para el postre la 'autochanza' a cuenta de 'el tertuliano'. Para quien ha conversado con distintos grados de dureza con todo tipo de tertulianos este capítulo es una delicia de lugares comunes y personajes, pistas sobre las procedencias y cómo narices algunos llegan a dar doctrina desde el abismo de la ignorancia y la fe ciega. Hasta hay historias estiradas sobre alguno que pudo ser y ahora es peor que sea. Antes de llegar a estos capítulos finales el recorrido es verdaderamente delicioso. Si estás leyendo esta columna en el día de su publicación, todavía estás a tiempo de pedírselo a los reyes, pero si no también puedes aplicar su enseñanza y hablar para decir algo, charlar hasta con los magos de oriente. Porque si estás leyendo ya tienes la suficiente edad para encontrarte con ellos de noche, y hasta de día, así que te resultará fácil decirles algo porque siempre hay algo que decir a los que te quieren y los magos de oriente con locura… Ah, y por el tiempo no te preocupes, llegan a todos los hogares... o a casi todos.