Lo mejor para no tener que subir las cuestas de enero y de febrero con la lengua fuera es marcarse objetivos. Encomendarse a propósitos más enriquecedores que el de amanecer pensando que todos los días son Blue Monday. En Burgos, este 2025 ha comenzado con buen pie o al menos con noticias que propician debates interesantes y nos alejan de muchos lugares comunes que amenazaban con convertirse en una condena. Ver la semana pasada en torno a una misma mesa al rector de la UBU, José Miguel García, a la consejera de Educación, Rocío Lucas, y al responsable de la Sanidad regional, Alejandro Vázquez, para hablar de los pasos para implantar el grado de Medicina el curso 2026-2027, es un magnífico acicate para subir la autoestima burgalesa. Después de tantos años atrapados en el olvido de la administración regional, ahora todo son facilidades para nuestra universidad en su afán por formar a nuevas generaciones de médicos. 

También es muy de agradecer, que el equipo de gobierno no haya bajado los brazos tras quedarse en minoría y presente proyectos tan ambiciosos como 'Expande Burgos'. Se han hecho muchas chanzas a cuenta de la X, pero lo cierto es que se trata de una propuesta ambiciosa, que huye de boinas, y que plantea actuaciones urbanísticas propias de una ciudad moderna, que mira al futuro, y que no tiene como máxima aspiración llevar a cabo unas buenas campañas de asfaltado o arreglar unas cuantas aceras. 

Conociendo el percal y el poco 'éxito' que han tenido otras intervenciones urbanísticas no muy lejanas, es evidente que la alcaldesa, Cristina Ayala, y su vicealcalde, Juan Manuel Manso, van a tener que hablar mucho y escuchar más. Trasladar a los más afectados, vecinos y comerciantes, y al conjunto de la ciudadanía burgalesa, todos los pasos a dar para que el proyecto sea viable. Atender además a todas las dudas que van a surgir por la magnitud de las obras. Y empeñarse en defender que se trata de un proyecto de ciudad, y no de un capricho para alegrar la vista a los turistas que nos visiten.