La ventaja para quien nace y vive en una democracia sana y madura frente a los que han crecido en un régimen totalitario es que poco a poco ha ampliado y consolidado su condición de ciudadano. Sean estas, las democracias, más o menos liberales son capaces de generar las condiciones de crecimiento sobre las que sustentar el progreso social, con una extensión del estado del bienestar y un ecosistema de derechos y deberes. A veces se hace con grandes consensos, otras con pendulazos de izquierda a derecha gracias a la alternancia, o simplemente por saber que hay alguien enfrente que puede gobernar, y, en la mayoría de los casos y circunstancias, se consigue con procesos de negociación y cesiones para dar cuerpo a eso que se llama el bien común. Cada parte renuncia a alguno de sus planteamientos iniciales, el diálogo se convierte en norma y se llega a acuerdos, muy especialmente los antes llamados 'de Estado'. Esto suele ser así hasta que la corrupción, la megalomanía o la ideología al pie de la letra y sin matices ciega a los líderes o desbarata los partidos, que son el mecanismo de construcción y crecimiento de las democracias.
Todas estas dinámicas son demasiado obvias pero conviene recordarlas para ver lo que nos jugamos con la creciente polarización, sí sí ya ha salido la palabra del año, del pasado y del que está por venir con sus elecciones en más de medio mundo y, en lo que nos toca más de cerca, Galicia, País Vasco, la Unión Europea, quizá en Cataluña y quien sabe si en alguna otra demarcación.
Esta polarización, que no es ni un castigo divino ni inevitable, tiene como objetivo la anulación total del adversario. Se inicia con la bronca habitual, se desarrolla con el ninguneo y se adoba con odio hasta desear que el 'otro' desaparezca del mapa. Esto se consigue, a grandes rasgos, con mensajes básicos y reiterados y toda esa salsa ponzoñosa de memes, mentiras y burlas sádicas que circulan por los grupos de 'guasap', las redes sociales y esas publicaciones con apariencia de medio de comunicación que en una realidad informativa tan fragmentada como la actual encuentran las rendijas en las que colarse e ir horadando la verdad hasta formar trincheras por las que fluye la inquina entre las katiuskas de la infantería.
Al final la terca realidad es que bajo dinámicas de apariencia democráticas se va estrechando el terreno de juego, cada uno abraza su pelota como un tesoro y el campo de la política queda reducido a la mitad, con defensa férrea e incluso violenta de la posición. Así pues todo progreso que se podría alcanzar por la vía básica de los consensos amplios en las llanuras donde se encuentra la socialdemocracia con los liberales y los conservadores de textura diversa se hace imposible. No hay pacto de mayorías extensas sino suma en bloque, suficiente para gobernar, y merma de posibilidades de desarrollo de los gobernados.
Lo dramático de la polarización es, además de respirar el hedor cotidiano del sarín, que reduce las posibilidades de mejorar las sociedades en las que opera. Es parálisis cuando no marcha atrás. La eliminación de la mitad del quorum, deja políticas capitidisminuidas. Perdemos derechos, perdemos libertades, perdemos obligaciones. Perdemos parte de nuestra condición de ciudadanos. Nos alivia pensar que como estamos en una democracia representativa la culpa es de los de arriba o de los de enfrente, pero todos sabemos que cuando se crea una cuenta fake en una red social para dar rienda suelta al insulto, se distribuye una salvajada o se dinamita un grupo familiar con politiquería humillante para una parte del arco parlamentario estamos ensanchando la distancia entre bloques y alimentando esa polarización. En definitiva estamos haciendo de nuestras democracias espacios con dinámicas totalitarias. ¿En qué momento cargamos la escopeta para pegarnos este tiro en el pie? Pues depende de quien responda…pero lo que es cierto es que hemos pasado en algunas décadas del 'de entrada no' y fue que sí, al 'no es no' y sigue siendo no, salvo algunos cosas. En los lemas está la agitación, la propaganda y también la voluntad.