El Ministerio de Sanidad saca adelante el Plan Integral para el Control y Prevención del Tabaco. Pretende alejar sus partículas nocivas (monóxido de carbono, nicotina, metanol, amoníaco, arsénico,…) de la población, proteger sobre todo a los menores, y reducir su consumo.
Entre sus medidas están subir impuestos del tabaco, equiparar legalmente los vapers, y aumentar el número de espacios libres de humo, lo que podría incluir todas las terrazas de los bares y restaurantes, paradas de autobús, universidades, playas e incluso el interior de vehículos privados.
Podemos decir que prohibir no es la solución, y la mayor polémica surge en los espacios privados, pero reconozcamos el impacto positivo que han tenido las restricciones hasta ahora. O si no recordemos esos bares, cafeterías, clases, despachos y hasta consultas médicas y hospitales llenos de humo, impregnando nuestra ropa y afectando la salud de niños y todo tipo de personas, algunas más vulnerables. El primer beneficio, para los que no fuman. Pero también para disuadir a los que sí, por ofrecer menos oportunidad para ello. Y la realidad es que ya nos hemos acostumbrado a que así sea, y ahora nos ofendería lo de antes. Los hábitos se pueden cambiar. Como sociedad debemos contribuir a ello.
El que empieza a fumar por curiosidad o transgresión, seguramente se tiene que empeñar un poco en seguir, hasta que le engancha y ya puede sentir que le gusta y lo hace por placer. Si tú dices «yo fumo poco», o «solo soy fumador social» o «yo cuando quiera, lo dejo», en ese caso, no lo dudes, déjalo ahora. El tabaquismo es una adicción y crea dependencia física y psicológica.
Por eso el sistema de salud aborda el problema desarrollando programas de deshabituación tabáquica con unidades multidisciplinares en las que se incluye a los fumadores de más de 10 cigarrillos al día que manifiestan su deseo de dejar de fumar, después de una fase de preparación y con una motivación suficiente y necesaria. Se realiza terapia cognitivo-conductual para reforzar la decisión y el mantenimiento de nuevos hábitos y el tratamiento farmacológico ayuda a controlar los síntomas del síndrome de abstinencia.
El médico o enfermera te preguntarán muchas veces si fumas. Eso es porque fumar es factor de riesgo de muchas enfermedades: cardiovasculares, respiratorias, gastrointestinales, degenerativas y muchos tipos de cáncer. Además, influye negativamente en la recuperación de las cirugías. Dejarlo con un mes de antelación ya aporta beneficio. Los impuestos al tabaco, aunque suban, no cubren el tremendo gasto sanitario que ocasiona.
Lo sabemos. Que sobran razones para dejarlo. También el ahorro económico y la salubridad e higiene de tus espacios y tu hogar. Y la más importante, tu calidad y esperanza de vida. Si lo decides, ¡enhorabuena! has dado el primer paso. Te podemos a ayudar.