Elena García

Tribuna sanitaria

Elena García


Con sentido

19/03/2025

A cualquier edad puede surgirnos la pregunta profunda de ¿para qué estoy aquí? ¿Cuál es el sentido de mi vida? ¿Cuál es mi misión? ¿Estoy viviendo como quiero vivir? No siempre hay respuesta, pero normalmente la vida continua y nos arrastra con sus rutinas, planes y obligaciones, dejando en stand-by estas cuestiones.

Otras veces, se paraliza todo y nos deja clavados frente a estos planteamientos como si no hubiera nada más importante que resolver. Y sí que lo es, porque tal y como dice la filosofía oriental, descubrir tu ikigai es conocer tu propósito vital, y otorga el poder para lograr una vida feliz y longeva. Es cierto que nuestra cultura es occidental, pero en un mundo globalizado y que ansía conocer la llave de la eterna juventud, bebemos de todas las fuentes posibles. El objetivo es vivir más años, y vivirlos mejor.

Hay también teorías contra la necesidad de encontrar ese sentido único que dirija la vida, esa pasión, ese encargo vital. Incluso invita a revelarse y redefinir valores, elegir nuevos y diferentes caminos y permitirse vivir, como diría el GPS, redirigiendo ruta… En cualquier caso, expongo las herramientas que propone la filosofía japonesa porque están alineadas con las recomendaciones de vida saludable de nuestro entorno social. Veamos.

Estar activo siempre, aun en edad más avanzada, aportando lo que sólo cada uno puede aportar al mundo en cuanto a creación y belleza, porque somos únicos. No jubilarse nunca de la vida activa. No rendirse. La acción de nuestras manos conecta con el cerebro y con el corazón. Nos lleva a fluir, que es un estado ideal de abandono y concentración que libera la mente y reconforta. Hacer, pero desde el orden y la calma, desechando el ídolo de la multitarea que nos hace mediocres y nos lleva al error y al estrés. 

Comer sin excesos, alimentos reales variados y coloridos, que nutran nuestro cuerpo sin dañarlo. 
Relacionarnos con amigos y familia, compartir la vida, las tareas, aliviar las preocupaciones, potenciar las ilusiones. Celebrar.

Entrenar el cuerpo. Ejercitarnos para tener la fuerza, el equilibrio, la agilidad que nos hace sentir la vida más ligera, más divertida. Levantar los brazos, mantener la postura, controlar el cuerpo y la mente. 

Y sonreír. Y agradecer. Sentirnos parte de la naturaleza que nos acoge, observando con admiración cada cambio, cada estación. 

Y vivir y crear el momento, sin juzgar al ser que fuimos ayer, y sin presionarnos por lo que seremos. Con lo que construimos hoy, ya llegará. 

No tenemos un solo camino, ni una sola pasión… Tenemos muchos talentos, muchas opciones, y todo tiene sentido. Y si tengo que elegir una misión, esta es el amor. Amar.

No lo dudes. Vive.