La peor sensación de soledad la he tenido estando rodeada de gente. Seguro que todos lo han experimentado alguna vez. A veces nadie alrededor puede entrar en la persona que lo siente para sacarla. Pero estar ahí, de alguna manera, reconforta y da sostén.
La soledad elegida se admite a veces como señal de fortaleza e independencia, siempre que exista en realidad una sólida red social alrededor de la persona. La capacidad de construir relaciones sociales incide en el desarrollo y crecimiento humano saludable. Es ancestral el cuidado de unos a otros en comunidad para la supervivencia. Y esto sigue muy vigente. No podemos negarlo. Tanto física como psicológicamente, todos somos agentes de salud para los demás.
En estas fechas, la tradición de las reuniones y encuentros familiares puede poner de manifiesto las carencias. Incluso revolucionar nuestra realidad hasta el punto de que queramos huir de todo, cuando nada encaja. O que las ausencias y rupturas nos muerdan las entrañas como no sucede el resto del año, cuando la rutina lo oculta todo. O puede ser que no sea posible esa esperada vuelta a casa por navidad del entrañable anuncio del Almendro. Pero si estamos bien, en equilibrio mental y físico, podremos gestionarlo.
La soledad profunda, a la que nos pueden haber llevado decisiones y circunstancias de la vida, causa desasosiego e incluso enfermedad. Hay estudios que muestran mayor riesgo de tener problemas de salud, del corazón, depresión y deterioro cognitivo. Asimismo, también la enfermedad, sobre todo algunas incapacitantes y las derivadas del envejecimiento, puede llevar al aislamiento social por alteraciones de audición, vista y memoria, dificultad para moverse y también por la pérdida de familiares y amigos.
A veces, lo mejor del día para él o ella, o para ti y para mí, es esa llamada o esa visita esperada del hijo, el amigo, la hermana, la compañera, el vecino… Y en el hospital o la residencia, los seres queridos o los voluntarios con intención de acompañar, pueden ser tratamiento eficaz.
Estemos atentos a las situaciones que pueden conllevar riesgo de aislamiento social y soledad: la falta de propósito en la vida, dificultades económicas, vivir solo, falta de transporte, un cambio vital importante, como la muerte de un familiar o la jubilación, separación de amigos o familiares, falta de apoyo social, ser cuidador de un familiar dependiente, ser discriminado por edad, raza, orientación sexual, barreras de idioma… ¿Por qué? Porque puede que seas tú y entonces lo reconocerás y serás capaz de buscar apoyos. O porque puede que SOLAMENTE TÚ seas quien pueda estar y ayudar a alguien en ese preciso momento.
Queridos lectores, les deseo de corazón que cada día se encuentren acompañados de personas que llenen su vida de amor. ¡Salud!