Carmelo Palacios

Plaza Mayor

Carmelo Palacios


Por lo menos, brinden a mi salud

08/11/2024

Cuando esté degustando el solomillo poco hecho o el rodaballo recién salido del horno con sus patatas panaderas, tómese un respiro, alce la copa de Ribera al aire, muévala un poco para oxigenar el vino -que siempre queda bien- y brinde a mi salud. A la mía y a la de todos los burgaleses. Es lo mínimo que puede hacer si está disfrutando de los famosos bonos al consumo del Ayuntamiento de Burgos. Recuerde que un 40% del menú va a cuenta de todos, incluso a la de los que no se pueden permitir salir a comer por ahí.

Nunca pensé que iba a llegar este día, pero me quejo porque me regalen dinero. Tal cual. La idea de los bonos al consumo me resulta tan disparatada hoy como efectiva en su momento. Surgió justo después de la pandemia con el objetivo de ayudar a la hostelería y al comercio burgalés y fue un éxito. Era una manera rápida de incentivar el gasto en la ciudad porque los negocios lo necesitaban más que nunca tras meses cerrados. Sin embargo, lo que antaño fue una buena iniciativa pública para reactivar la economía, ahora no deja de ser un regalo otoñal de los políticos con el bote que hemos puesto todos. Entiendo que el millón y medio que cuesta será una minucia teniendo en cuenta las vías de agua que hay en la administración española entre asesores, puestos superfluos y plenos extraordinarios evitables, pero eso no justifica los bonos cuatro años después. Y lo que seguirán. ¡A ver quién se atreve a quitarlos! Es menos impopular recortar gastos con las ONG que trabajan con inmigrantes, aunque la suma total ronde solo los 120.000 euros.

Hay mil maneras de fomentar el consumo local y regalar dinero será, probablemente, la más burda de ellas. Desarrollar actividades y eventos en torno a un área determinada o crear una conciencia en la gente de la importancia de adquirir productos de la tierra son algunas de ellas. En eso se educa a la población, se crea cultura, y por eso hay países y regiones de Centroeuropa que estimulan su economía consumiendo lo de 'casa'. Yo soy el máximo defensor del bar, la carnicería, la frutería, la panadería o el restaurante del barrio, pero así no. Así que lo dicho: por lo menos, brinden a mi salud.