El Gobierno de España tiene ministerios para aburrir. Demasiados. Pues hete aquí que el premio gordo le ha tocado a Óscar Puente, exalcalde de Valladolid, un enemigo declarado de la solidaridad interterritorial en Castilla y León. Un político que se ha atrevido a decir, no una sino muchas veces, que Pucela debería atraer la mayoría de las inversiones de la Comunidad porque, a su particular parecer, es la mejor manera de luchar contra la despoblación. Será la despoblación de su tierra, porque con tal receta la lógica dicta que el resto de provincias, ya de por sí bastante deshabitadas, acabarían por vaciarse casi del todo.
Pues sí, Pedro Sánchez ha premiado su lealtad y su trabajo de perro de presa cuando en septiembre fue el encargado de dar la réplica a Núñez Feijóo en la sesión de la fallida investidura del líder popular con el Ministerio de Transportes. Es decir, será el responsable de decidir qué infraestructuras gozan del favor presupuestario del Gobierno central. Vale que como regidor vallisoletano estaba obligado a defender su ciudad, pero ningún otro alcalde -de ningún color político- ha llegado tan lejos en tal empresa, despreciando el poder económico, social, incluso histórico del resto de provincias de la región. De manera que, ¿cómo no va a temer un burgalés que con este ministro los proyectos pendientes en esta tierra se demoren todavía más? Ojalá nos confundamos desde esta tribuna y lo primero que haga Puente sea licitar todos los tramos pendientes de la A-73, la A-12 y la A-11, además de impulsar la conexión de la Alta Velocidad entre la estación Rosa Manzano y Vitoria. Sin olvidarse tampoco de que esta provincia está muy pendiente de la reapertura del tren directo por Aranda de Duero. En todo caso, lo que ha quedado claro con la configuración de este nuevo Gobierno es que Burgos cuanta poco o nada para Pedro Sánchez. Porque Ánder Gil estaba en las quinielas para entrar en el Consejo de Ministros, y no lo ha hecho. Tudanca o De la Rosa también daban el perfil, aunque hay que reconocer que con pocas opciones. Sin embargo, el presidente ha preferido colocar en Madrid a dos vallisoletanos: Puente y Ana Redondo. A rezar.