Recientemente participé en la presentación de Viaje por el Canal de Castilla, del escritor burgalés Pascual Izquierdo; libro que he leído con gran interés, descubriendo el potencial turístico de esta joya patrimonial de Castilla y León tan ignorada.
Ha coincidido con la divulgación a bombo y platillo de una campaña para mostrar la «excelencia» de nuestra región, finalmente salpicada por fundadas sospechas de plagio del nuevo logo.
Algunos nos preguntamos qué necesidad tenía la Junta de cambiar un buen lema que ya había calado (Castilla y León es vida), por otro simple y manido (Castilla y León, Excelente) y por qué no se ha optado por retocar un logotipo que ha funcionado bien, en lugar de sustituirlo por algo que, sea idea original o no, destaca por su simpleza.
Grave es también los miles de euros que se siguen empleando de cara a la galería mientras recursos turísticos de gran potencial permanecen olvidados o con mínimas actuaciones que mantienen su agonía.
Un ejemplo es el mencionado Canal de Castilla, esa espectacular obra de ingeniería hidráulica impulsada por ideales ilustrados, que sembró Castilla y León con una insólita red de canales para la navegación y el regadío que propiciaron el desarrollo de distintas actividades industriales en su recorrido.
Un monumento excepcional declarado Bien de Interés Cultural por la Junta que podría ser un itinerario tan atractivo como el mucho mejor apoyado Camino de Santiago, si se hubiera planificado una intervención y explotación integral, y no a cachos.
Otro ejemplo: los conjuntos de bodegas y lagares que se extienden por la región, también BIC y también sin planes o promociones integrales; si se ponen en valor es por iniciativas locales. O el exitoso proyecto de Museos Vivos, con su promoción parada durante meses por falta de financiación.
Señor García-Gallardo y compañía, lo de 'Excelente' no cuela, a no ser que hagamos las cosas de otra manera.