Fernando Trespaderne

Erre que erre

Fernando Trespaderne


Resiliencia rural

26/02/2025

No es frecuente que las primeras páginas de los periódicos se llenen con buenas noticias sobre el medio rural o si lo prefieren sobre la España vacía, que no vaciada, y por eso son de agradecer los reportajes de Diario de Burgos sobre los nuevos pobladores que llegan a lugares como Bárcena de Bureba o Fontioso, por poner dos ejemplos recientes, aunque hay bastantes más que se resisten a caer en el olvido y buscan fórmulas ingeniosas para atraer vecinos ante el abandono de unas administraciones públicas que parecen haber entregado la cuchara y dejado a los pueblos a su suerte. Las caras de alegría de esos nuevos vecinos contrastan con las de los que llevan toda la vida, como los de Carrias, que en estas mismas páginas no dudaban en afirmar que están abandonados y no les falta razón, como a los de otros muchos pueblos burgaleses que llevan décadas peleando por unos mínimos servicios para poder seguir abriendo las puertas. 

Son décadas reclamando buenas conexiones de telefonía móvil e internet, que no llegan a pesar del 'despliegue' de millones de euros para soterrar kilómetros de conducciones para una fibra óptica que ni está ni se la espera a corto plazo. Y lo mismo ocurre con la sanidad. Qué ha sido de los cientos de consultorios médicos en los que también se hicieron millonarias inversiones y que llevan años cerrados a cal y canto sin la menor posibilidad de reapertura, aunque la sanidad pública de la provincia experimentó el año pasado un repunte histórico de pacientes, entre los que se encuentran, a buen seguro, los nuevos repobladores. Y lo mismo ocurre con la educación o las infraestructuras. De qué sirven los esfuerzos que se están haciendo desde los pueblos contra la despoblación si no hay una respuesta de más arriba para dotar a los mismos, por lo menos a los que más posibilidades tienen de sobrevivir, que son muchos, de unos servicios dignos, que no es mucho pedir cuando vemos tanto despilfarro y condonaciones de deudas generadas para financiar cuestiones de menor calado. Pero por ver el lado positivo que, como todo en la vida, este asunto también lo tiene: los nuevos vecinos de Fontioso o de Bárcena no llegan engañados, lo hacen felices sabiendo lo que quieren y lo que les espera.