La reciente imposición de aranceles por parte del presidente estadounidense, Donald Trump, está generando repercusiones a nivel global no solo en el ámbito económico. Estas medidas proteccionistas afectan a diversas industrias y, además de los efectos económicos para los países, tienen consecuencias sobre la biodiversidad y los ecosistemas.
Prestigiosos economistas estadounidenses han analizado la relación entre las políticas comerciales y el medio ambiente. Joseph Stiglitz, premio Nobel de Economía en 2001, ha señalado que los países ricos deberían eliminar aranceles y cuotas sobre productos de países en desarrollo, promoviendo un comercio más equitativo. Por otro lado, William Nordhaus, premiado en 2018, ha enfatizado en la necesidad de abordar el cambio climático mediante políticas económicas que asuman nuestro impacto en el planeta.
Si bien los criterios ambientales poco a poco calan en la economía, los aranceles pueden tener efectos desfavorables en la biodiversidad y en la gestión sostenible de los recursos naturales. Este es el caso de la industria maderera, puesto que los aranceles hacen más atractiva la compra de madera procedente de fuentes no sostenibles, provocando en otros lugares del mundo deforestación y pérdida de hábitats críticos para numerosas especies. En realidad, se intensificaría la presión sobre los recursos naturales sin criterios de sostenibilidad.
No todos los aranceles son espantosos. Para mitigar los impactos negativos de las políticas arancelarias en el medio ambiente, se ha propuesto la adopción de aranceles verdes basados en la huella de carbono que entrarían en vigor en 2026. Esta medida busca gravar las importaciones según las emisiones de gases de efecto invernadero generadas durante su producción, incentivando prácticas más sostenibles y reduciendo la competencia desleal. La UE ha avanzado en esta dirección. Sin embargo, es crucial que estos aranceles se diseñen cuidadosamente para evitar convertirse en herramientas de proteccionismo encubierto que perjudiquen a países en desarrollo.
Las políticas arancelarias de la administración Trump no son positivas para nadie. Es esencial que las futuras políticas comerciales integren consideraciones ambientales, promoviendo prácticas sostenibles y paliando los efectos negativos en la lucha contra el cambio climático. Mientras no seamos capaces de crear políticas comerciales globales que tengan objetivos ambientales claros y sinceros, promoviendo un comercio más sostenible y equitativo, mal vamos.