Eran cuatro: Charo López, Miguel Ríos, Javier Clemente y Manuela Carmena. Contestaban a las preguntas de su entrevistador, Gonzo, y el tema era cómo cambia la vida para personas que fueron top en el cine, la música, el fútbol y la política, cuando te conviertes en senior.
La pregunta es cómo se gestiona el cambio de ser famoso y admirado a que te miren y etiqueten como ya mayor, e integrante de una tribu con pasado glorioso pero con su añejo protagonismo ya caducado. De ellos, sólo Charo López se manifestaba rendida a su caducidad, resignada a no ser quien fue con la vida alejada de los focos, pero, el resto, Miguel, Javier y Manuela, trasmitían con sus palabras el genio, la figura y el aura de seguir siendo quienes fueron, pero en otras circunstancias.
Saber aceptar es el reto, cumpliendo años o con cualquier cambio que modifique sustancialmente la vida y la trasforme en algo distinto a lo que ha sido. Pero aún cumpliendo años, por muchos que sean, la vida sigue teniendo cara A y cara B: el desafío está en descubrirlo.
A mi entender, apilar años es sinónimo de atesorar experiencia, siempre y cuando se viva con actitud de aprender. Los que siempre han sabido todo no pueden aprender, no les queda espacio libre con su ego hipertrofiado, pero si eres de los que saben lo mucho que ignoras, la experiencia cambia los mantras caducados y permite ver el mundo con otra perspectiva, incluso la relación contigo mismo.
Aprendes, por ejemplo, lo que depende de ti y lo que no, y a lo que no depende de ti no le dedicas tiempo porque no lo puedes modificar, y también aprendes que si quieres que algo cambie en tu vida lo debes cambiar tú, pero cuesta cambiar. Y de nosotros, siendo rigurosos, sólo dependen tres cosas: el carácter, nuestras acciones y reacciones y cómo tratamos a los demás. El resto no es controlable.
«¿Tenéis más presente la muerte?», les preguntó. «Sí», contestaron, «pero mejor no pensar en ella, asusta».
Los estoicos, filósofos sabios donde los haya, no temían la muerte: afirmaban que cuando tú estás vivo ella no está, y cuando ella se hace presente tú ya te has ido, en suma, no hay que temerla porque nunca coincidiremos con ella.
Aprender de la experiencia es el objetivo.