El ritmo de cambio de los acontecimientos actuales es vertiginoso. Los nuevos truhanes de la historia tienen prisa por engañarnos, dicen que buscan la paz mientras diseñan contextos de guerra, afirman buscar el bien de su país pero enfocado hacia los ricos mientras los otros, las clases medias tirando a bajas que les votaron, están desorientados porque nunca tuvieron claro dónde estaba el norte, y ahora lo están vislumbrando.
Mucho de esto, por no decir todo, se lo debemos al capitalismo, un modelo económico que lleva años impregnando la sociedad, con el que colaboramos en mayor o menor medida, no por mala fe, sino quizá por la inercia de dejarnos arrastrar por la corriente dominante. Las decisiones saludables para la sociedad deben estar teñidas de ética, pero de esto hablamos poco; con ética muchos negocios enriquecedores estarían bajo sospecha o directamente serían delictivos y sin ética individual o colectiva las sociedades no progresan, regresan, y mucho de esto lo estamos viviendo ahora.
Pero el capitalismo no es sólo un modelo económico, hace tiempo que elaboró su propio ideario argumental para camuflar sus intenciones y ganar reputación, y diversos entornos sociales se lo han comprado.
El tú puedes, si quieres puedes o el we can nacen ahí, cualquiera pueda triunfar si se lo propone, el poder está en ti, en tu mente, todo depende de tu esfuerzo personal, no culpes a la sociedad, no son las estructuras las que te impiden progresar, el que se lo propone triunfa: si aceptas este argumento estás perdido. Y lo estás, porque ese camino de supuesto éxito lleva directamente a la competitividad, a no ver personas alrededor sino competidores que quieren quedarse con lo tuyo, lleva al individualismo, al aislamiento y, casi sin darte cuenta, a la soledad. Y la soledad mata más que el colesterol.
Se dice que la salud mental colectiva se ha deteriorado, se piden psicólogos y psiquiatras que nos rescaten, bienvenidos sean, pero habría que echar un vistazo alrededor y analizar nuestros modelos educativos, explicar que socializar sana, que cooperar es preferible a competir, y que el individualismo como estilo de vida es una trampa en la relación con uno mismo y con los demás.