Martín García Barbadillo

Jueves sí, jueves no

Martín García Barbadillo


Los jardines son nuestros

26/09/2024

Nos mudamos a este rincón de la contraportada del Diario desde la página 3 de los lunes. Un jueves de cada dos, abrimos por si quiere usted pasarse

De esto ya hemos hablado pero, ¿qué podemos hacer más que insistir y dar la matraca?, ¡nadie escucha! El caso es que este periódico publicó antes de ayer que un ciudadano había sido multado con 50 euros por pisar un jardín. Dicho así, se le levantan a uno las cejas de estupefacción. Vale, hay algunos detalles, como que el individuo salió corriendo cuando los policías locales le dieron el alto, que quizás ayudaran a la sanción. Pero en el fondo, el problema es la ley, concretamente el artículo 6.2 c) de la Ordenanza Municipal de Zonas Verdes y Arbolado que prohíbe «caminar e introducirse en las zonas verdes acotadas al paso». Lo que es una soberana memez.

Sin conocer más pormenores que los publicados, ¿cuál es el problema de la legislación con que un ciudadano (que podría ser yo) pise un jardín? ¿Se había impregnado las suelas de los zapatos con herbicida e iba a matar el césped? ¿Había rociado su calzado de gasolina, lo había prendido fuego y estaba arrasando el pasto? ¿O es que con sus pasos iba a tumbar la hierba y esta no quedaría del gusto del perro que iba a dejar allí sus deposiciones más pronto o más tarde? Este último, único uso real de las zonas verdes.

Basta ya de esta norma viejuna y casposa que convierte estos espacios en una suerte de suelo sagrado en el que está vedado poner un pie y casi incluso imaginarlo. «No pises el jardín», nos decían nuestras madres, y ahí seguimos. Seguro que más de un/una responsable de este negociado ha estado este verano en alguna ciudad europea y visto como miles de personas disfrutan de parques y jardines (por cierto, libres de mierdas de perro) montando picnics, descansando en calcetines, tomándose una tranquilamente, jugando con los niños y, en suma, disfrutando de la ciudad como escenario de la vida. 

¿Qué hay que hacer para abolir esta ley absurda y empezar a cambiar mentalidades? ¿Una iniciativa legislativa popular, una campaña en change.org, acudir al pleno municipal, la revolución...? Yo, además de solidarizarme con el multado, pienso mantener mi postura de desobediencia civil a lo Gandhi: hacer caso omiso a la norma y usar los jardines a voluntad, mirando antes, eso sí, dónde pongo el pie. ¡Hasta la victoria!

Salud y alegría.

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