V iendo las imágenes del mal que causa la DANA, que unos sufren y otros aprovechan, surgen estas reflexiones que son miradas dentro de uno mismo, donde hallamos las raíces del mal y las maneras de afrontarlo.
La solidaridad: El mal pone a prueba la libertad del hombre. Mejor dicho, pone a prueba su capacidad para superar el mal. Haciéndolo el ser humano se mejora a sí mismo, pues el mal está dentro de nosotros, pero también está en nosotros aprender a superarlo. Así convertimos los instintos básicos que nos impulsan al egoísmo, en tendencias sofisticadas que nos impulsan a la solidaridad, que no es dar lo que nos sobra sino lo que sabemos y poseemos, y al hacerlo aprendemos a gobernarnos mejor a nosotros mismos. Todos ganamos.
La empatía: Es una secreción emocional del ser solidario que, tras percibir el mal, el daño, el miedo, trata de superarlos poniendo en brete la propia seguridad, el propio miedo, el instinto que nos tienta al egoísmo defensivo. Así brota la empatía que es esa cosa que hace cosas que las cosas no hacen. La empatía aumenta la humanidad del que la siente y el que la nota. Ambos ganamos.
La memoria: Inventamos refranes para no olvidar errores. La musicalidad que los orla se graba en la memoria como una cancioncilla infantil que repite el estribillo. Pongamos un nuevo refrán: Las tormentas de los cielos traen tormentos en los suelos. Puede que su novedad y acierto radique en que, si bien antes no se cumplía siempre, ahora sí, y cada vez más, a tenor de lo que dicen los expertos. Contra la desmemoria que repite errores, el refranero que recuerda aciertos. Todos ganamos.
Los ríos: Dana en la mitología celta es la madre del Buen Dios, de ahí surgen nombres de muchos ríos, Don, Dannu, Danubio, Duero, y también Turia, de una raíz céltica dubr-, «río». De las danas de Valencia surgen ríos que van a dar a la mar que es el morir, como bien saben los valencianos y cantan los poetas. Curiosa trabazón entre palabras y destinos, entre nuestra libertad y la de las aguas, entre el miedo al mal, al daño, y la necesidad de superarlo.
En la capacidad de superar el mal radica la virtud de humanidad, de la lucha contra los males de una DANA surge la solidaridad y brota la empatía que nos hacen mejores, más libres, más sabios. Todos perdemos algo, todos aprendemos algo.