Si la música de Joan Manuel Serrat forma parte de su educación sentimental, seguramente tendrá una canción de las que le remueven las entrañas todas y cada una de las veces que la escuche. Diría que la mía es, después de muchos años de dar vueltas a sus discos, Romance de Curro 'El Palmo': tiene más argumento en siete minutos que muchas películas de tres horas y media. El caso es que ayer por la tarde me hubiera encantado escucharles a él y a Iñaki Gabilondo conversar sobre el arte, la cultura y la vida en general, pero tenía que dar prioridad a la titiritera que tengo en casa y que ayer se graduaba junto a sus compañeras después de una década de moños, pliés, developés, faldas boleras, castañuelas, pantalones deportivos y moratones en todas las costuras. Lo que ocurra a partir de ahora será el resultado de una combinación de talento, trabajo y suerte, pero incluso en el caso de que nada de eso vaya a su favor, va todo mi reconocimiento para quienes se esfuerzan tanto para subirse a un escenario y bailar frente al público.
No pude escuchar a Serrat en persona, pero gracias a los compañeros que tuvieron la oportunidad de hablar con él antes de la investidura y que también recogieron en sus crónicas su discurso en la ceremonia, sé que de su boca salieron las palabras democracia, tolerancia, respeto, conocimiento. Que reconoce su patria en los caminos y que se acordó de las madres que cruzan desiertos y mares para que sus hijos tengan un futuro. Un agradecimiento con un marcado posicionamiento moral, justo ahora que se hace hueco en Europa un discurso que criminaliza y deshumaniza a las personas que migran, contando medias mentiras y mentiras completas para reventar la convivencia, utilizando como parapeto a los más vulnerables. Y lo peor es que lo que caldea este ambiente son, en muchas ocasiones, solo salvas de fogueo, porque las lanzan quienes ocupan cargos institucionales que no tienen competencias para decidir políticas sobre migración. Pero cumplen su objetivo, que es hacer ruido. Serrat recomendaba ayer cantar. Creo que le voy a hacer caso a él.