De todos los protagonistas de la semana, el único que merece la pena es Toni Kroos. Javier Milei, Pedro Sánchez, la mujer de Pedro Sánchez y la embajadora española en Argentina son efímeros, el centrocampista alemán del Real Madrid es eterno. Eso sí, la charlotada diplomática nos servirá para aprender una retahíla de insultos argentinos que incorporar a nuestro vocabulario. No parece muy sensato reñir con los insultadores más ocurrentes y despiados del mundo y dar una dimensión planetaria a los negocios y las recomendaciones de Begoña Gómez.  

«Necesitamos tensión», le confesaba José Luis Rodríguez Zapatero a Iñaki Gabilondo al término de una entrevista, cuando -presuntamente- el líder socialista no sabía que había un micrófono indiscreto grabándole. Eran vísperas de una elecciones que no pintaban bien para el expresidente del gobierno. Ahora hay otras elecciones en lontananza y los fontaneros del ala oeste de la Moncloa necesitan parir cada día un ratón con el que esquivar la cruda realidad de la legislatura. Sigue siendo la misma desde el 24 de julio del año pasado: dependencia total del independentismo catalán, a pesar de la victoria de Illa el 12-M.   

El ruido tóxico de estos días a cuenta de las ofensas del argentino de la motosierra a nuestra primera dama cesará tras las elecciones europeas. Entonces llegará el momento de la verdad, a no ser que interese buscar otro enemigo temporal y seguir desviando la atención. Pero a partir del 10 de junio, Sánchez tendrá que solucionar la gobernabilidad en Cataluña y seguir atendiendo los caprichos de sus socios -¿o son jefes?-. Puede que el resultado de las urnas derive en los que muchos empiezan a barruntar: un adelanto electoral que ponga orden -o más desorden- en este carajal.