Enfermo crónico. Así es como percibo el estado de salud actual de nuestro sistema sanitario. La patología viene de lejos, empeora y no tiene pinta de aliviarse, al menos a medio plazo. Porque por mucho que el diagnóstico preocupe a quienes más lo sufren, los pacientes y el colectivo médico, la receta de mejora, que para este sujeto sí existe, o debería, depende de la actuación de la Administración competente. La situación se agrava porque resulta que faltan facultativos. De vértigo. Y eso que los burgaleses somos los que menos acudimos al médico de toda Castilla y León.
La cronificación sucede en Atención Primaria, con jubilaciones y bajas que no se cubren, pero pasa por todas las áreas. Se acrecienta en el periodo estival. Dice el consejero que el plan de contingencia de Sacyl para el verano funcionará. Así lo esperamos. Porque llegan las merecidas vacaciones, también para los médicos. Pero las enfermedades no paran ni saben de calendarios. Y evolucionan. Y se aplazan citas.
Ningún paciente, especialmente oncológico, debería dedicar ni un ápice de su energía a discutir o reclamar en Atención al Paciente el retraso de una prueba pautada por su especialista. ¿Ir a la consulta sin el escáner? ¿Doble cita para regresar ya con el estudio hecho? ¿Un aplazamiento de meses a una prueba que ya no llegó a la primera fecha que marcó el médico? Sucede. Porque también empeora la descoordinación entre servicios. Desconozco la mejor solución.
«Cada momento hay que apreciarlo, cada segundo es vital, se nos escapa entre las manos, lo más preciado, lo esencial». Mensaje maravilloso de La Habitación Roja, un himno de la banda, que sonó, se cantó y se celebró el martes en la Plaza de Santa Teresa. Pues eso. El sistema se asfixia. Y el paciente, también. Pero cada segundo, y la salud, es vital.