Este es un tema en el que nunca he pensado demasiado, algo así como lo que me pasaba con el cambio climático y el medio ambiente. Pero, sin embargo, me ha dejado sin aliento comprobar que la ONU, sí esa organización que cuando la buscas en Google directamente te dice que los países integrantes están comprometidos a mantener la paz y la seguridad internacionales, fomentar entre las naciones relaciones de amistad y cooperación, así como el promover el progreso social, la mejora del nivel de vida y los derechos humanos. Pues me van a perdonar, pero así, a primera vista, no parece que consigan ni uno solo de sus propósitos, al menos en los últimos años.
Esta semana, en concreto, deben de estar muy desolados, porque han dejado bien claro que las prioridades y objetivos económicos de unos pocos priman sobre los intereses mundiales, sin que parezca de gran importancia aplastar el futuro de las generaciones venideras. Y así, como quien no quiere la cosa, después de reunirse en el denominado INC-5, sin llegar a conseguir alcanzar un tratado o acuerdo para eliminar la contaminación por plásticos, se han dispersado y han vuelto a sus respectivos hogares tan panchos.
Al parecer, esta contaminación de los plásticos lo impregna todo, desde los alimentos hasta el aire que respiramos, y claro, a mí todo esto me ha traído recuerdos de cuando en nuestra industria textil se trabajaba siempre con materias naturales, como eran las pieles, la seda o la lana, y cómo de repente y de la nada surgieron las bondades del plástico. Una moda con la que se atacó y denostó a nuestros propios productores en beneficio de otros más baratos, que en aquel momento presumían de ser solidarios con los animales, pero que finalmente se están cargando el planeta.
La situación es grave, y si nuestros más sesudos e inteligentes representantes solo han sido capaces de ponerse de acuerdo en que se tienen que volver a reunir, tal vez sea ya hora de que nos invadan los únicos que faltan en este circo: Los extraterrestres. Son exclusivamente quienes pueden tener todavía algo de credibilidad frente al ciudadano dentro de esta sociedad plastificada y contaminada, así que bienvenidos, ¡Mars attack!