La alta velocidad ha dejado en Burgos casi millón y medio de viajeros en dos años, pero no hay quien sepa si es mucho o poco porque los números a veces no dan pistas. Viajar en tren ya no es lo que era; ahora se llega más rápido, pero se ha perdido el romanticismo del viaje, cosa que al personal le importa poco, porque lo que quiere es que le lleven y le traigan en hora y, a ser posible, gratis, o sea, pagando entre todos su viaje; así son hoy las cosas.
Antonio Machado viajaba en tercera y con pocos bártulos, yo, para todo viaje, siempre sobre la madera/ de mi vagón de tercera, voy ligero de equipaje, pero a Machado no se lo controlaban con escáneres, porque el poeta y sus coetáneos eran, en general, gentes pacíficas que usaban la navaja para pelar una naranja a mitad de camino y no para acuchillar al prójimo en nombre de una causa suprema. Además de la navaja, los viajeros llevaban el pañuelo blanco de las despedidas para decir adiós a la amada o el amado, que quedaban desconsolados en el andén, también ondeando el pañuelo como una paloma sin vuelo, mientras el tren pitaba y el humo envolvía en nubes grises y espesas el alma y la estación. Hoy hay que ir al tren despedido de casa, porque solo pasa al andén el viajero y no hay posibilidad de un último beso antes de partir; eso es cosa peliculera que no va con el siglo.
Machado no conocía la alta velocidad, pero los trenes le parecían rápidos, …miraba atento/ aquel tren que corría como el viento, aunque hoy los tiempos en que cubrían los trayectos nos parezcan una eternidad, y, como decimos, viajaba en vagones de tercera clase, porque los poetas suelen ser austeros por pobres, y pobres por poetas. Ya no podemos viajar en tercera, nominalmente ya no hay tercera, aunque siga habiéndola de hecho, porque los billetes se llaman Básico, Elige y Premium, que queda más aparente, aunque sean de tercera, de segunda y primera.
El tren camina y camina/ y la máquina resuella/ y tose con tos ferina./ ¡Vamos en una centella!, escribió Machado. Los tiempos actuales he habrían fastidiado el poema; Ya no hay casi tosferina, no resuellan las máquinas del tren y la alta velocidad supera a las centellas. Nos estamos quedando sin poesía.
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