Iñaki Elices

Iñaki Elices


El poder de echarse a las calles

04/08/2024

Inevitablemente el corte de la N-120 el pasado jueves habrá traído a la memoria a más de uno las protestas que la Plataforma de la N-I organizaba antes de la liberación de la autopista cuando se producía un accidente mortal en esa nacional. Servidor siguió de cerca cada uno de esos actos reivindicativos y, echando la vista atrás, recuerda que sentía una mezcla de emoción y rabia. Emoción, porque en unos tiempos en los que el individualismo se ha adueñado de prácticamente todas las parcelas de la vida había una pandilla de locos, habitantes de los pueblos que jalonan la carretera, que se ponían de acuerdo y movilizaban a no pocos vecinos de la zona para reclamar lo que era de justicia: que, tras cuatro prórrogas de la concesión de la AP-1, de una vez por todas se levantaran los peajes. Y rabia también por ver que la ciudadanía se veía obligada a manifestarse por verse abandonada y maltratada por los poderes públicos, esos que tienen que velar, en teoría, por su bienestar. No nos engañemos. Si no hubieran emprendido esa contumaz campaña circular por esa autopista seguiría costando hoy dinero a sus usuarios. Y la nacional seguiría siendo un matadero.

Pues con la carretera de Logroño sucede tres cuartos de lo mismo. Los vecinos de los pueblos, y los de la capital, se están hartando de la inoperancia de los políticos -y también de los técnicos- del Ministerio. Más de 20 años lleva proyectada esta infraestructura en tierras burgalesas y resulta que solo hay doble vía -qué casualidad- en tierras riojanas. No se respeta ningún plazo. El tramo entre Santo Domingo de la Calzada (La Rioja) y Villamayor del Río (Burgos) ya lleva más de un año de retraso y no hay fecha puesta para el término de las obras. El segmento entre la capital e Ibeas tenía que estar terminado desde hace cinco años, pero entre modificados solicitados por la adjudicataria y renovación del proyecto, no han entrado allí ni las máquinas. Y los dos tramos centrales ni se han licitado ni se espera. Así que con esa nula voluntad política por invertir en esta autovía no resulta extraño que los habitantes de los municipios pasen a la acción. A ver si a más de uno en Madrid se le cae la cara ve vergüenza y decide hacer algo.