O sea, una carrera que se va a correr en Burgos por la noche y en la que van a poner música. Pero al parecer así no resulta tan cool. No hubiese quedado nada mal Correr bajo las estrellas. O Persiguiendo a la luna. O Corriendo y bailando en una noche de verano... En definitiva, nombres más apropiados -y poéticos- para una tierra que presume de ser cuna del castellano. Lo raro es que no hayan bautizado la prueba con algún juego de palabras: BuMuRuNi, por ejemplo. Es lo que se lleva en estos tiempos, en los que das una patada y te sale una legión de jaimitos con idiomas e ínfulas de Hemingway.

La proliferación de los anglicismos para nombrar algo tan mundano como una carrera veraniega es reflejo de una sociedad en la que se está imponiendo un lenguaje atiborrado de eufemismos y palabras ostentosas. Solo sirven, presuntamente, para adornar mensajes donde no se dice nada. Qué sería de un político que no incorporase a sus discursos palabras como resiliencia o empoderamiento. Es de justicia reconocer que de esas modas no nos libramos los periodistas, en ese afán por economizar en el lenguaje y con el abuso de neologismos o extranjerismos. 

La carrera de marras servirá para ir despidiendo el verano -se disputa la noche del 31 de agosto- de forma saludable. Antes de esa fecha, comenzará a desperezarse la rutina. A lo largo de esta semana volveremos a ver el pelo y a escuchar declaraciones de los titulares de ayuntamientos y demás administraciones. De momento, con la vuelta de la liga de fútbol, el personal ya es consciente de que los estíos continúan sin ser eternos y que habrá que ir pensando en guardar para el año que viene las bermudas y las chanclas.

Hay quien la echa de menos, a la rutina digo, pero no me negarán que resulta placentero estar durante varios días ayunos de declaraciones de esos políticos -o tertulianos, o columnistas- que se encargan tan a menudo de amargarnos el café con sus declaraciones y ocurrencias. Sé que no está bien hablar en tercera persona cuando servidor forma parte de alguno de esos gremios, pero ya sabe cómo somos los todólogos a la hora de esquivar responsabilidades.