No sé cuánto tiempo vamos a poder soportar la presión a la que la actualidad política nos está sometiendo en estas últimas semanas. Lo pongo en plural para no sentirme sólo en este trance. Parece que buena parte de los cimientos en los que confiábamos sostener el edificio en el que nos encontrábamos seguros está colapsando. Vemos a un Trump tan crecido que no puede evitar que se le desparrame el poder por todos los lados sin el menor asomo de contestación interna. En lo externo hay algún movimiento puramente testimonial y lleno de reservas por si las moscas. No sabemos cuánto tiempo va a estar Trump en modo descontrol estampando anabolizantes firmas en órdenes ejecutivas ante las cámaras de televisión poniendo cara desafiante, pero el destrozo ya es colosal.
Putin, perplejo, dando instrucciones urgentes de eliminar de los edificios oficiales los felpudos con la cara del americano, mientras todo el mundo trata de encontrar sitio en el nuevo tablero de juego.
Me temo que entre el chino, el ruso y el americano no van a dejar mucho que rascar. Con este panorama, en Europa no tenemos muchas opciones mientras sigamos enredados en garantistas procedimientos de toma de decisión completamente desbordados por el ritmo de los acontecimientos. Trump lo sabe, nos ha traicionado y se ha apresurado a pasar su factura a Zelensky, que se va a cobrar con sus recursos naturales.
Y por aquí las cosas siguen más o menos como siempre, pero con tendencia a empeorar. Nuestro presidente busca la relevancia internacional ya que dentro no puede ni salir de casa sin que le abronquen. Para acabar de arreglarlo ahora da la cara ese mediador salvadoreño cuando ya se nos había olvidado su estrambótica existencia. Y por si fuera poco, estalla lo de Monedero y a su partido lo único que se le ocurre es decir que se callaron para proteger a las mujeres supuestamente acosadas. Y se quedan tan anchas. Lo de Sandiego Obescal es tan alucinante que hará reflexionar a muchos.
Mientras trato de buscar referentes hacia los que dirigir la proa espero que el papa Francisco encuentre fuerzas para continuar, aunque no le reprocharé nada si decide lo contrario. Creo que ya ha luchado bastante y somos muchos los que le mantendremos en la memoria.