Parece que los poderes públicos han descubierto otra de esas palabras mágicas que les sirven para construir discursos durante una temporada. Talento. La experiencia dicta que el talento es una materia escasa, bastante escurridiza y poco dado a la disciplina. Por tanto, la idea de retener el talento y, más aún, atraerle es un objetivo ambicioso, de incierto futuro para quien se lo plantee. No creo que sea una tarea fácil. Me temo que la clave está en tener talento para retener el talento y esa cualidad es todavía más escasa si cabe.
Hay que disponer de un montón de ingredientes y saber mezclarlos convenientemente para que salga un guiso apetitoso para un joven al que supongo inquieto y con ganas de cambiar de aires. Nada extraño, es lo que les hemos enseñado. Conocer otras culturas a golpe de Erasmus y Ryanair. Es muy posible que nuestros jóvenes talentosos prefieran una hamburguesa en Berlín o un bocata de calamares en Madrid a una olla podrida con vistas a la Catedral. Es ley de vida. Pero esto no es obstáculo para que tratemos de organizar un plan atractivo que pueda seducir.
Este plan debe empezar por proporcionar expectativas laborales autóctonas y eso no se improvisa. El ofertante mayoritario de trabajo es la empresa y hay que cuidarla intensificando los esfuerzos para que pueda crecer. Superado este primer escollo hay que conseguir una vivienda adecuada y asequible y eso tampoco se improvisa. Ya ven que estos dos primeros asuntos son más de medio/largo plazo. Si hemos llegado hasta aquí, lo que toca es hablar de calidad de vida. Quiero ser optimista y vislumbro opciones. Tenemos una ciudad de tamaño medio, bonita y bien comunicada. Disponemos de una no desdeñable oferta de atractivos culturales y de ocio. No somos los más destacados pero tampoco está mal. Los reconocimientos de la Unesco nos dan una posición en el mundo por lo que, hasta cierto punto, somos una ciudad cosmopolita.
Las carencias en infraestructuras, servicios, estudios, etc., tienen que seguir estando en el menú de reivindicación constante. Son necesarios para que nuestro plan sobre el talento no pierda fuelle a las primeras de cambio. Veo mucho trabajo por delante y no estoy seguro de que este nuevo fetiche que es el talento les aguante lo suficiente a los políticos. Su hábitat es el corto plazo.