Entre tanto ruido político, la vida sigue. Por fortuna. Aunque el cinismo y la hipocresía acaparen más titulares, siempre hay quienes demuestran que con voluntad y buena actitud los proyectos salen adelante. También con discreción y saber hacer, como reflejan día a día los voluntarios que hacen posible ¿Te enseño mi pueblo?, una iniciativa impulsada por la ADRI Ribera del Duero.
Gracias a la labor que desarrollan desde hace varios años, los visitantes se pueden adentrar en castillos, lagares y bodegas subterráneas, explorar leyendas populares, un sinfín de iglesias y ermitas de toda la comarca y, por supuesto, dejarse deslumbrar por la naturaleza que atesoran cada uno de nuestros pueblos. Todo ello de la mano de los propios vecinos, que actúan como guías del cariño, del amor por sus raíces, y se vuelcan para explicar la historia de sus municipios convertidos en una especie de embajadores del terruño. A la inmensa mayoría les mueve la pasión que sienten por el lugar que les vio nacer y crecer y así intentan transmitirlo. Por lo general, ofrecen rutas de unas dos horas, con un recorrido fácil y entretenido.
Pocas cosas llaman más la atención que recibir un sábado en pleno noviembre a un grupo de 25 personas. Créanme que esto no sucede habitualmente, al menos no en las localidades más pequeñas. De hecho, hay cantidad de pueblos que no superan la veintena de residentes durante los meses más duros del año. Y, claro, empezar a registrar cierto movimiento es, como poco, esperanzador. Porque sí, nuestros municipios tienen mucho que ofrecer y, por suerte, cada vez más personas se lo empiezan a creer, cambian la mirada y destierran de su vocabulario eso de que «aquí no hay nada».
Al mismo tiempo, estas visitas contribuyen positivamente a la ardua labor de mantener los escasos negocios locales que sobreviven en las zonas rurales. Por ejemplo, los bares, esos benditos lugares donde no falta la compañía. Pues bien, si la cantina ofrece un almuerzo a los turistas que llegan de la mano de los voluntarios de la ADRI Ribera del Duero, el panadero y el carnicero, entre otros, también se ven favorecidos. Y oye, puede que sólo sea un grano de arena en el desierto, pero suma. Y es lo que se necesita: más actitudes así, más trabajo en equipo y más colaboración.