Por si fuéramos pocos parió la abuela. No se me ocurre otra frase para explicar lo que siento después del episodio del fin de semana ¡Qué más quiere el presidente del Gobierno para profundizar en su cruzada contra la máquina del fango! Me imagino la secuencia. Sánchez llamando a Albares un domingo por la tarde para obligarle a ponerse un traje oscuro ensayar su tono más solemne, llamar a la prensa para comunicar que ha exigido a la embajadora en Argentina su regreso inmediato, paso previo casi a una declaración de guerra, porque Milei el sustancias, en un escenario de mitin, se ha metido con su mujer. Corrijo. Contra las instituciones españolas. Me pregunto si Begoña Gómez es ya una institución.
Todo esto es incomprensible si lo ves con los ojos del peregrino que acaba de llegar del Camino. La verdad es que allí te metes en una burbuja que discurre al margen del resto del mundo. Tu ritmo es otro al del resto a los que ves de lejos cuando tu sendero se acerca a una carretera. Allí tu rutina es dejarte llevar por la belleza del entorno y abrirte a otros seres humanos que, como tú, deambulan por un mundo que parece irreal por el tempo al que se mueve. Sorprende ver a uno de los muchos caminantes asiáticos, sobre todo coreanos, parándose en un arbusto para fotografiar una minúscula flor silvestre primaveral a la que nadie ha prestado nunca la menor atención. Sólo pongo alguna pega a la experiencia peregrina. El idioma del Camino es el inglés ya que los españoles somos más de julio y agosto. Dices buenos días y contestan good morning. Sólo han aprendido a decir «buen camino». Incluso en los albergues tienen su comida preferida, una especia de caldo desvaído extremadamente picante según dicen quienes lo han probado. Yo recomendaría a nuestros vociferantes líderes de todo tipo que abandonaran la parafernalia y se dieran una vuelta por los Montes de León un día con frío, viento y aguanieve. Se darían cuenta de lo absurdo de ese ruido artificial que generan para mantenernos crispados.
Otro día quizás hable del gran recuerdo que, más de quince años después de su muerte en un desgraciado accidente de tren, existe en el Camino con esos dos paisanos nuestros, Julián Campo y José Manzano. Su forma de practicar la hospitalidad con todos los que se les acercaban es legendaria.