Elena García

Tribuna sanitaria

Elena García


Ojo al dato

26/06/2024

Para algunas personas, la Inteligencia Artificial (IA) es la esperanza para solucionar su problema de salud.

Me refiero a quien padece una enfermedad rara, poco frecuente, de difícil diagnóstico, y que ve las dificultades de la mente humana para llegar a saber de qué enfermedad se trata y cómo curarla. Conocí a un padre que investigó y aportó todo lo que sabía como ingeniero informático para acercar esta herramienta, la Inteligencia Artificial Generativa, a los médicos que trataban a su hijo. Y se logró el diagnóstico. Muy complejo.
Se plantea una cuestión: la formación teórica de los médicos es extensa y exigente, pero la mente humana es limitada y puede no llegar a las conclusiones a las que sí llega la Inteligencia Artificial con sus algoritmos si es alimentada convenientemente con los datos que le aporte el profesional de la salud. 

Estamos hablando de una colaboración maquina y humano.  La clave está en el dato. A partir de los datos obtenidos en los centros sanitarios, se logra una información de valor. Pero deben tratarse según principios éticos, legales y seguros. Aún hay carencias legislativas y deben ser universales para abarcar semejante herramienta global como es la Big Data 

La IA es una herramienta importante para la investigación en ciencias de la salud:  medicamentos, biomarcadores, estudio del genoma, optimización de ensayos clínicos. 

También, ayuda en todo el proceso asistencial. Facilita la toma de decisiones, la detección temprana de una enfermedad, integra distintos resultados o pruebas de imagen para concluir un diagnóstico y la mejor indicación terapéutica. Sacyl ha invertido en un software de gestión de imágenes de anatomía patológica para el diagnóstico.  Y contará con un sistema de orientación farmacogenética para aplicar la medicina personalizada de precisión en la prescripción de medicamentos a pacientes crónicos.

La IA puede además mejorar la gestión de procesos, desarrollar la telemedicina, la atención virtual, lograr menos tiempo de esperas y facilitar la continuidad asistencial. Puede prever y adelantarse a las complicaciones y evitarlas.

Para todo ello esta revolución tecnológica requiere datos de calidad y la formación de los profesionales para que sepan utilizarla.
Y necesita superar varios desafíos: confidencialidad de esa información sensible, detectar los sesgos para no dar conclusiones equivocadas, y que los profesionales se expliquen los resultados para confiar en los algoritmos.

En fin, parece que el ordenador se ha instalado definitivamente entre el médico y el paciente, restando tiempo de atención y sumando carga asistencial. Aquí la IA podrá facilitar el trabajo transcribiendo la conversación y organizando la información para el diagnóstico, el tratamiento o para informar al paciente. Pero no olvidemos nunca el valor del trato humano y la comunicación entre las personas, que debe prevalecer y no ser sustituido por ninguna máquina.