«Nunca, en ningún sitio». Así de rotundo se mostró el comisario de la exposición sobre Sorolla que se acaba de inaugurar en la Catedral. Estaba sorprendido por el acuerdo entre las administraciones públicas, entidades privadas y eclesiásticas para programar actuaciones culturales excepcionales en beneficio de la ciudadanía. Nunca lo había visto en ningún sitio. Estaba tan sorprendido que exhortó a las autoridades a conservar ese espíritu de colaboración por encima de ideologías como única forma de alcanzar el éxito en la gestión cultural.
Lo cierto es que es la segunda ocasión que escucho una reflexión similar. La primera fue en Roma cuando el cardenal Ravasi recibió en el Dicasterio para la Cultura y la Educación a una representación de la Fundación del VIII Centenario de la Catedral. Ravasi felicitó a la Fundación por haber conseguido aunar los esfuerzos de todos los representantes del ámbito político, del mecenazgo privado, de la iglesia y la sociedad dando como resultado una programación diversa y abierta teniendo a la Catedral como escenario acogedor de todos, no sólo de los creyentes. En las dos ocasiones sentí una gran satisfacción y tomé conciencia de la importancia de disponer de una herramienta tan potente.
Cabe preguntarse porqué en Burgos sí ha sido posible ese clima de consenso. Desde luego, estas cosas no ocurren de forma espontánea. Por el contrario, son el fruto de una actitud abierta y constructiva de las personas que en un determinado momento tienen la responsabilidad de impulsar los proyectos. Hasta donde yo conozco, los responsables han mantenido una actitud generosa poniendo en un segundo plano sus intereses institucionales, corporativos o particulares, plenamente legítimos, en aras de facilitar el camino para alcanzar un objetivo compartido y beneficioso para la comunidad.
Si ha sido posible el acuerdo en el terreno de la cultura tendría que serlo también en el terreno político. La polarización forzada que la política ha instalado en la sociedad debería decaer cuando el objetivo común es el servicio al ciudadano. La inspiración está en ese abrazo espontáneo entre los dos senadores valencianos, de partidos políticos enfrentados, unidos por la desgracia sufrida en su tierra. Eso es lo importante.