El desvío del cohete anunciador de las pasadas y pesadas fiestas de San Pedro, que disparó la alcaldesa Ayala, ha movido la pluma de varios columnistas de este diario, que han dejado caer chilindrinas a cuenta del asunto, hasta el punto de que Óscar Esquivias ha quitado el protagonismo de su suelto dominical a su enérgica y chispeante tía María Luisa para dárselo a la alcaldesa artillera, a la que considera digna de que Prigozhin la incluya en la nómina del grupo Wagner, e, incluso, émula de Agustina de Aragón. Querido Óscar: lejos del prosaísmo épico de Wagner y del tremendismo patriótico de la de Zaragoza, la alcaldesa Ayala es, simplemente, dinamitera, como Rosario Sánchez Mora, musa guerrillera de Miguel Hernández, Rosario, dinamitera,/ sobre tu mano bonita/ celaba la dinamita/ sus atributos de fiera. El personal no parece haberse dado cuenta, porque las fiestas embotan los sentidos, pero la dinamitera Ayala, con su iniciático gesto de desviar la metralla, ha avisado a navegantes de lo que van a ser los próximos años de populares y Vox, un mandato explosivo en el que saltarán por los aires las propuestas de socialistas y cía., léase Burgos Río y otras con las que, a modo de capote, nos han tenido encelados para que no viéramos que nada había que ver, nada por aquí, nada por allá, nada de nada. Los columnistas, además, ansiosos, adelantándose medio año a la carta a los Reyes Magos, han desgranado estos días un rosario de fervientes deseos reclamándoselos con urgencia a la alcaldesa, a la que no han dado ni cien días de cuartelillo; la casa en ruina de la Plaza Mayor, el vergonzoso solar de la Plaza de Vega, el edificio Campo, los rotos de los fondos europeos, los descosidos de la plantilla municipal y otros asuntos que los socialistas no han sido capaces de abordar en cuatro años y un día, que es exactamente el tiempo que han estado asentando sus reales en el sillón municipal. Que le vaya bonito a la alcaldesa Ayala en el manejo de la mecha municipal. Y que, tras la batalla, no acabe como Rosario, la bella dinamitera de Hernández: ¡Bien conoció el enemigo/ la mano de esta doncella,/que hoy no es mano, porque de ella,/ que ni un solo dedo agita,/ se prendió la dinamita/ y la convirtió en estrella!
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