Al comenzar estos días otros nuevos Juegos Olímpicos, piensas en la melancolía decimonónica por recuperar la belleza de civilizaciones antiguas. Piensas en aquellos científicos románticos, impulsores de la arqueología, capaces de remover las tierras de Oriente, las de Egipto, las de Troya o las de Olimpia (también las Cantabria o las de Levante) para excavar con el pensamiento en ese terreno sobre el que se cultiva cuanto tiene que ver con la construcción de la persona. Aquello no solo alimentó el crecimiento de la ciencia sino que además fue generando una nueva literatura, cambiando el arte, proporcionando más argumentos a la vida.
Fue durante unos cursos sobre Deporte celebrados en la Sorbona, en París, cuando distintas ideas sobre el valor del esfuerzo y la superación y otras inspiradas en que los pueblos era mejor que compitieran con músculo, pulmón y corazón que utilizando armas, empezaron a entrenarse y calentar por la banda antes de que el barón Pierre de Coubertin las pusiera a jugar proponiendo retomar la celebración de los Juegos de la Grecia Clásica en la Atenas de 1896.
Hay personas que parece que hubieran podido elegir las fechas de vida y permanencia en este mundo de la misma forma que el atleta elige la distancia en la que prefiere competir porque sabe que ahí, su esfuerzo le proporcionará mayor satisfacción y mejor rendimiento. Como observa J. Millán, Coubertin nació en 1863, el mismo día en que entra en vigor la Proclamación de Emancipación de los esclavos del Sur en EEUU; el mismo año que Los miserables de V. Hugo ocupan las librerías moviendo la conciencia de Europa o en el que doce caballeros se reúnen en Londres para crear el Football Association, origen del fútbol actual. Coubertin murió en 1937, cuando Hitler anunciaba que ningún sueño europeo podría existir y después de la celebración de los Juegos de Berlín, tan opuestos al lema inicial de Fraternidad, solidaridad, igualdad.
Comienzan ahora los Juegos 2024 de París, justo 100 años después de que en la misma ciudad se celebraran los primeros que tuvieran lugar tras la Gran Guerra; aquellos que por primera vez fueron un verdadero acontecimiento social, crearon moda en el vestir, atrajeron los protagonistas mundiales del deporte más significativos y persiguieron la idea de amistad entre los pueblos. No sé si ahora todo es distinto a entonces o, según de qué hablemos, no tanto. Pero en cualquier caso, si eso te agrada, será hermoso poder disfrutar de las diferentes excelencias deportivas.