El juez Adolfo Carretero se puede poner como quiera, y ofender hasta donde le plazca. En el interrogatorio a Elisa Mouliaá dejó bastante que desear. Su tono preguntando fue desacertado a más no poder, y a mi juicio evidenció cuál es su parecer sobre esta denuncia contra Íñigo Errejón. El magistrado se cree poco la versión de la actriz, y si no es así disimula mal, porque los vídeos que hemos visto todos hablan por sí solos. Los que quieran, por supuesto no pocos, porque así seguimos en este santo país, pueden continuar justificándole con el mantra de que preguntó lo que había que preguntar, y dijo tetas, culo y bragas porque así reza en la denuncia.
Pero por mucho erre que erre, las preguntas no son lo que ha provocado tanta indignación. Lo han hecho sus duras formas con una mujer que relata una presunta agresión sexual. Sin permitir que terminara las frases, atropellando, con unas formas casi acusatorias por momentos, pareciendo ella la investigada en lugar de Errejón, y llegando incluso a cuestionar a la actriz por haber presentado la denuncia años después de los hechos. «¡Tres años, eh!». Elocuente comentario del juez, al que también se le llegó a escapar un «no, claro que no hubo nada». No nos lo han contado. Lo hemos escuchado. Tan esperpéntico como indefendible.
Bien es cierto que no es un magistrado especializado en violencia de género, pero esto no le exime del deber de practicar unos mínimos de paciencia, empatía y, sin discusión, la innegociable neutralidad que ha de regir cualquier toma de declaración.
Sin embargo, para más inri, es él, el propio juez, quien ha dicho en una entrevista en televisión (ojo también con el nivel, para que luego se critique a ella por pasar por un plató) sentirse linchado mediáticamente. Decía Carretero que de haber sabido que el vídeo lo acabaría viendo toda España, a lo mejor hubiera rebajado el tono. Pero claro, suponiendo que no iba a ver la luz, para qué cortarse un pelo.
Qué más se puede añadir. Bueno, una cosa sí. La filtración del vídeo es ilegal, y eso es muy grave. Vamos a ver si no acaba opacando la causa principal. No iba a ser la primera vez.