Sabemos sin lugar a dudas que Pedro Sánchez es capaz de cualquier cosa para mantenerse en el poder. Y en el mundo sanchista cualquier cosa es algo muy serio. Sus célebres principios son tan laxos que no le suponen ninguna incomodidad si para tomar algún atajo en su camino tiene que abrir una cancela y dejar suelta a una camada de toros bravos. De la necesidad, virtud. Que esta actitud sea rechazada vehementemente por lo que denominamos la derecha no tiene mucho mérito. Lo interesante es que hay un sector de sus votantes que se lo están cuestionando. Son demasiadas las cancelas que ha dejado abiertas.
Los indultos, la amnistía, la financiación singular de Cataluña, sus ataques a la justicia y la prensa, sus interferencias en las decisiones de la empresas privadas, la manipulación del Tribunal Constitucional y la Fiscalía, etc., empiezan a ser una carga demasiado pesada. Incluso para aquellos con una ideología política que históricamente se ha mantenido en la izquierda en ámbitos sociales de la máxima influencia. Ya sabemos cuáles son las opiniones de los dirigentes socialistas que detentaron el poder en el partido y en el gobierno de España como Felipe González o Alfonso Guerra. Creo que hay millones de españoles que en su día votaron a Felipe González que ahora se lo pensarán dos veces para seguir votando socialista viendo en qué se ha convertido el del Peugeot. Uno de estos personajes relevantes en la historia de nuestra democracia es Juan Luis Cebrián. Fundador y director del periódico El País, icono de la izquierda progresista de España durante décadas, acaba de presentar un libro, El efecto Sánchez, recopilatorio de sus artículos en El País entre 2018 y 2024. Sus manifestaciones en la presentación que hizo en Santander la semana pasada son demoledoras. Compara sin tapujos a Trump con Sánchez para decir que dicen y hacen las mismas cosas. Muy fuerte.
Como quiero ser preciso voy a transcribir una de las reflexiones de Cebrián. «Sánchez pasará a la historia como el presidente que más ha dividido a los españoles al frente de una impostada mayoría progresista que no es más que un sindicato de intereses entre sus miembros, a los que primordialmente une el reclamo del poder». ¿Cebrián también es fachosfera?